jueves, 4 de septiembre de 2008

Las consecuencias de la lucha

Daghas se paseaba impacientemente por el salón de la comandancia del campamento. Mirando a todas partes, nervioso, con las manos cruzadas en la espalda, moviéndose como un león en la leonera. Tenía los dientes apretados y la frente perlada de sudor.
Un poco más lejos, Glen se mantenía erguida en una silla, como mandan los cánones de los ejércitos, pero, tras la túnica azul que portaba, se retorcía las manos, esperando el veredicto del médico de campaña.

Aquello no pintaba nada bien.


Daghas paseó la vista por el salón hasta encontrar algo. La maza de Thorfinn, aun impregnada de sangre, sesos y barro, que reposaba contra una de las tapizadas paredes del salón.

-Mi señora, voy a limpiar la maza de mi compañero- susurró Daghas en su tono habitual- Creo que se enfadará si se la encuentra estropeada…- esbozó una débil y triste sonrisa, al recordar cómo había montado en cólera Thorfinn cuando, tras una batalla, al día siguiente había encontrado en el barro, pisoteada y sucia, su maza. Los ecos de sus improperios se oyeron en kilómetros a la redonda.
Buenos tiempos, si.

Glen asintió con la cabeza, pero siguió con la mirada fija en la pared, tal vez indagando en algún punto de su alma.

Daghas meneó la cabeza. Había advertido un comportamiento extraño en Glen, que él había achacado al cansancio de la batalla y a las continuas peleas con el conde Johannes. Estaba…cambiada.

Daghas se despojó de esos pensamientos y caminó en dirección a la herrería del campamento. Bleiki Sognsson era un buen herrero, y le unía una amistad de años, cuando comenzó en el ejército como un recluta más.

- La paz sea contigo, Bleiki- dijo Daghas cuando entró en la recia cabaña.
- Y contigo, Daghas el oscuro- una sonrisa amplia le saludó desde la fragua. Aunque ya tenía a sus espaldas muchos años, Bleiki seguía conservándose jovial y en plena forma por el trabajo de la herrería. Una sudorosa y despejada frente daba lugar a unos ojos claros y vivaces y una sonrisa de grandes dientes bajo una espesa y trenzada barba. Su cuerpo era parecido a un inmenso tonel de musculosos brazos y fuertes piernas bajo un cinturón de donde colgaban sus herramientas y un peto de cuero negro donde las manchas de quemaduras eran patentes. Sus ropas, una “camisa” sin mangas y unos pantalones cortos mostraban sus poderosos brazos.
- Y dime, mi querido amigo, ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?
- Necesito que le des un repaso general a la maza de…de Thorfinn.- dijo Daghas, atragantándose en el nombre de su amigo.
Las facciones de Bleiki se endurecieron- ¿Y qué noticias hay? Tanto los hombres como yo estamos preocupados por su estado. No pude ir a socorrerle porque, ya sabes…-dijo señalando a la fragua- el fuego no se cuida solo. Pero por lo que me contaron, lo encontraron con dos profundos cortes, uno en la pierna y otro en el costado, a parte de magulladuras y arañazos de diversa importancia…- Bleiki puntualizó- Ya sabes amigo, el herrero es el confidente del guerrero, pues sabe con qué va a combatir y el estilo de cada uno. Hace que aprendas mucho.- de nuevo, el rostro del fornido herrero se oscureció- ¿Cómo lo ves, Daghas?
-¿Cómo lo veo? ¡Lo veo bien, por los dioses! ¡ Si no, no te hubiera traído su maza! ¡Repárala!
El rostro del viejo Bleiki se contrajo en una mueca observadora. No se echó hacia atrás ni se atemorizó. Se mantuvo.
- Discúlpame Bleiki. Me han podido los nervios- Bleiki volvió a sonreír bajo su canosa barba- La verdad es que las nornas están cerca de su lecho. No se que va a pasar- se sentó, abatido, en un banco que había allí. – Los dioses quieran que se recupere pronto y bien….
- Tranquilo joven Daghas- dijo Bleiki, conciliador. –Dejaré su maza que hasta el mismo Ókuthor vendrá a que repare su Mjolnhjr. No te preocupes. Ahora, debes estar cerca de tu amigo. Anda ve, y comunícale mis mejores deseos, ¿de acuerdo?- Bleiki estampó su manaza en la espalda de Daghas, como gesto amigable. -¡Ah! Y dile a…ya sabes…”el francés” que ya tengo su armadura ceremonial preparada.
- ¿”El Fran…? ¡Ah! – Daghas rió con fuerza, liberándose de las tensiones- ¡De acuerdo! ¡Y de paso le diré que su “martillo ceremonial” también está listo- con gestos, se señaló los genitales, haciendo pantomimas con un martillo imaginario en…un “yunque” imaginario.
El guerrero y el forzudo herrero rieron con ganas. Si, el conde Johannes no era muy querido en la tropa por sus modales afrancesados y (en opinión del regimiento) poco masculinos. Pero el jefe era el jefe, y era quien pagaba, así que debían guardarse sus bromas para los corrillos de amigos de confianza.

-Animo Daghas. En peores situaciones hemos visto a Thorfinn. ¡Adiós!- saludó Bleiki con su enorme mano.
- ¡Adiós amigo!- contestó Daghas ya fuera de la tienda-¡ Y gracias!
Un último saludo y Bleiki entró en su taller con la maza en las manos.

- Thorfinn viejo amigo…- dijo Dagas mientras se dirigía al salón principal.

Las cosas pintaban mal….

martes, 2 de septiembre de 2008

La batalla y la fe.

Hay momentos en que la fe de un hombre se tambalea. Momentos en los que la esperanza parece perderse y hundirse en una ciénaga, parecida a las que hay en tierras de los sajones. Normalmente esa fe se pierde por alguna causa.
A veces estando solo.
A veces en los peores momentos.
Y a veces cuando te juegas la vida.

El alma de Thorfinn se tambaleó. Su corazón tembló. Pero no tembló por lo físico de la prueba a la que se enfrentaba. Había luchado en peores condiciones. No se tambaleó por eso. Sino que su voluntad sufrió una pequeña fisura. Su alma, dividida en dos, le habló:

-¿Para que luchas, oh poderoso Thorfinn?-oyó una risa sarcástica- ¿Luchas por ti?¿ O acaso luchas por ellos?¿Qué te han dado ellos? Yo te lo diré. Sólo quebraderos de cabeza. ¡Tu te mereces algo mejor! Algo que tus amigos no te darán. Eres un iluso, Thorfinn- esta vez, la voz tomó un tono mucho más malévolo- Abandona. Huye. ¡Déjalos a merced del mal! Nunca te han retribuido tus acciones. ¡Vete y vive por tu cuenta!...-y en un susurro-…se merecen el mal…

-Realmente eres un idiota si crees esas memeces- ahora le habló una voz profunda, amigable y cálida que le reconfortó- ¿Quieres saber qué te han dado, hijo de Odín? Te han dado su amistad y su familiaridad. Te han llamado señor, hermano y amigo. Te han mostrado resquicios de su alma que sólo los dioses conocen. ¿Sabes que te mereces? Mereces morir a su lado, porque es la voluntad de los dioses y lo mejor para ti. Morir a su lado es vivir para ellos.- la voz parecía apesadumbrada- Sus almas posiblemente caigan en desgracia su te alejas de ellos, al igual que si ellos se alejasen de ti, la oscuridad te envolvería. Dime una cosa, hijo de la Maza- en este momento, la voz tomó un cariz más personal y confidencial- ¿Acaso no juraste frente a la pobre tumba de tus padres que “Mi Honor es mi Vida”?¿No les juraste lealtad y fidelidad como amigos tuyos que son?¿Dónde quedarán esos nobles principios si huyes?

-¡Imbécil serás si le escuchas!- la voz rasposa y malévola volvió a hablar- Yo te ofrezco vivir libre de esas ataduras en un reino de riquezas…¡Y tu escuchas esa estúpida y débil parte de ti!¡Rómpela!¡Desgárrala con tus manos! ¿Prefieres morir aquí, en el barro, que estar rodeado de mujeres, riquezas, comida y bebida en abundancia? ¡Iluso!- la voz chilló-¡Realmente eres lo que te decían en tu juventud!¡Perdedor!¡Perdedor!¡Idiota!- el tono de la voz era desquiciante. Entonces, y con mucha más fuerza, la voz grave habló, acogiéndolo en su calidez.

-Thorfinn, hijo de Odín. Eres un brazo de la justicia en la tierra. Y los dioses, piadosos, te han proporcionado la mejor compañía posible, como son Glen y Daghas. Son tus amigos, y bien sabes lo que es un amigo para ti. Lucha Thorfinn. ¡Lucha por ellos! Se lo merecen como la luz del sol.¡Se fuerte, hijo mío! ¡¡Valor!!

La voz del mal menguó y se retiró para no volver jamás. Su alma vibró, lució como una hoguera en la fiesta del fuego. Ahora, su propia voz habló desde lo profundo de su ser:- Mi Honor es mi Vida. Y mis amigos, mi fuerza y defensa. Si he de morir…¡QUE SEA POR ELLOS!

La maza voló en un arco de izquierda a derecha contra el gigante. Apenas habían pasado milésimas de segundo desde que Thorfinn tocara con su maza esa nota retadora.
La maza impactó contra el titán en su basta armadura de cuero endurecido. Los pies del gigante se movieron, pero se mantuvo.
-Vaya, comenzamos bien. Excelente- sonrió enseñando una dentadura mellada- ¡A ver que haces con…-su hacha cayó desde el cielo como un halcón sobre su presa-… esto!

Las chispas saltaron, y una fuerte nota metálica se oyó en el campo de batalla. El hacha fue parada por la cabeza de la maza de Thorfinn, que sostenía con firmeza y con fuego en los ojos.
-Mi Honor es mi Vida- susurró. Apartó el filo del hacha con su maza, y giró sobre sí mismo impactando ésta en la cadera del gigante, moviéndolo un metro a la izquierda- Mis amigos, mi fuerza y mi defensa.- La maza volvió a volar, pero esta vez, el enorme combatiente se apartó unos centímetros evitando así el choque con su hombro izquierdo.

Aprovechó para soltar contra Thorfinn un rápido corte con una daga que tenía escondida en su brazal derecho, y alcanzó a Thorfinn en el costado derecho, hundiéndose entre las rendijas de su armadura.

En el cerebro de Thorfinn explotó el dolor. Pero, al instante, desapareció. No hay dolor cuando luchas por los que consideras tu familia. Un rápido vistazo al fuerte le permitió ver como Daghas y una herida Glen le miraban con ojos implorantes.

-Por ellos…-susurró Thorfinn. Se levantó con un rugido que hizo temblar las piedras y los árboles, y asestó con el frontal superior de su acerada maza en los dientes de su contrincante, tumbándolo sorprendido.

-Vamos, enorme y apestoso engendro- gritó Thorfinn, mientras entre las junturas de su armadura la sangre caía. Seguro que puedes hacer más.

El titán se levantó enfurecido, y giró su hacha contra Thorfinn, que la paró con su maza. El golpe fue devuelto y parado a su vez. Consiguió el gigante apresar la maza del nórdico, llevándose también un descomunal cabezazo en la nariz. A su vez, Thorfinn recibió en plena mandíbula un formidable puñetazo del bastardo de Loki.
Los golpes continuaron. Cayeron los dos en varias ocasiones al suelo. En una de las ocasiones, la maza de Thorfinn, dirigida directamente a la cabeza del gigante, erró la trayectoria, lo que le valió recibir una patada en el costado herido. Pero quien las da, las toma, y el gigantón recibió otra patada en la rodilla por las botas de deslustradas placas de Thorfinn, oyéndose un sonoro crack, pero ninguna queja del inmundo guerrero.

La queja se oyó después. Tras caer a tierra, Thorfinn, con un rápido giro, enterró la maza en la amplia espalda del gigante, justo bajo la nuca, entre los hombros. El gigante, ahora atontado, dirigió su hacha hacia el hijo de Odín, alcanzando su pierna izquierda y hundiéndose en ella.
Con un último movimiento, y congestionado por el dolor, Thorfinn lanzó al suelo a su atacante, apoyándose en la pierna herida para propinarle una brutal patada en la espalda a la altura lumbar, y, encomendándose a Odín, bajó con todas sus fuerzas la maza sobre el desprotegido cráneo de su contrincante, generando una explosión de astillas, sesos y sangre, y clavándose su maza hasta la altura del cuello, atravesando de norte a sur el asqueroso cráneo. Sólo se oyó un suspiro por parte del titán. Después, su decapitado cuerpo cayó totalmente a tierra.

Su vida se extinguió, y volvió a Hel, donde debía haber estado siempre.

Thorfinn sonrió, miro hacia el fuerte, tambaleante y exultante, levantando su maza a modo de saludo, pero su vista se nubló. Miró en su costado derecho y vio el reguero de sangre que despedía, al mismo tiempo que su pierna izquierda no aguantaba más el peso de su maltrecho cuerpo y doblaba la rodilla. Antes de caer, clavó el mango de su ensangrentada maza en el blando barro, y mirando fijamente la runa de Odín que estaba grabada en ella, sonrió.
- Mi Honor es mi Vida-susurró con debilidad- Y mis amigos…amigos son…-su cerebro le fallaba, la falta de sangre era cada vez más notable-…moriré por ellos, padre .Estarás orgulloso…de…mi.

Y el cuerpo de Thorfinn cayó boca arriba, mientras sus hombres se arremolinaban en torno a él. Le pareció, antes de perder la consciencia, que Daghas y Glen se arrodillaban junto a él.
Todo se oscureció. Excepto su sonrisa por el deber cumplido. Su sonrisa por sentirse acompañado por aquellos que tanto le querían. No sentirse solo…

La fe vuelve. Cuando más la necesitas




Comentad a ver qué os parece. Un saludo!
PD: He nombrado a Thorfinn “Hijo de Odin” porque es un guerrero que se da a la justicia, y Odin es el dios de la misma.