martes, 23 de junio de 2009

Cabos Sueltos ( I )

Thorfinn entreabrió los ojos, pero estaban velados por una bruma blanquecina, parecida a la que se forman en los bosques al amanecer. Intentó mover, a duras penas, un brazo, pero unas manos fuertes lo retuvieron en su sitio.
-Aún no, joven-dijo una voz grave-aún debes…

-…aprender quién manda aquí.
Johannes clavaba una mirada de ira a Daghas, que estaba colgado de las muñecas en una exigua y perdida cabaña de adobe. A un gesto del conde, uno de los mercaderes azotó los lumbares de Daghas con una vara flexible de avellano, dejando una marca sanguinolenta. Pero ni un quejido salió de la ensangrentada boca del guerrero. Sus hinchados ojos solo le permitían ver una bruma rojiza. Solo una bruma.
-¿Aún no te has…?

…cansado. Así se sentía Thorfinn. Agotado, abotargado. Pero sereno. La voz del hombre con ese fuerte acento (creía que de Irlanda) relajaba sus músculos y confortaba su mente.
-Por las marcas de tu brazo, esas quemaduras, y tu maza, diría que te conozco…Así como conocía a tu mujer, Myálgarah…
El corazón de Thorfinn se…

…encogió de incertidumbre y pena. Glen caminaba por todo el campamento, preguntando a todos si sabían dónde estaba Daghas o si tenían alguna noticia de Thorfinn. Todo eran negativas, lo que aumentaba su nerviosismo. Daghas debía haber llegado ya, pero no aparecía. Glen debía hacer algo, pero no era el momento para una…

…insurrección!¡Desacato!¡Desorden!¡De eso se te acusamos, Daghas Sundsson!-gritó Johannes a la cara del preso. El oscuro guerrero esbozó una taimada sonrisa y preguntó, como pudo:
¿Y qué razones tenéis para acusarme de eso, señor conde?
Mystarik salió de un oscuro rincón y le sermoneó desde la protección que le da a la rata una jaula:
-Sabemos bien qué tramáis contra el conde y contra mí, un humilde mercader-sonrió-Mis hombres han hecho las averiguaciones pertinentes, y lo sabemos. Eso, junto con el apresamiento por el cual te cogimos. Estabas oculto entre las…

…sombras. Sólo veo sombras y de esa noche. Un fuerte dolor en la cabeza. Y después…me desperté en una cabaña, ayudado por un hombre irl…-los ojos de Thorfinn, cerrados, se abrieron de golpe-¿Alasdair? ¿Tú eres…Alasdair?¿Amigo mío?
El rostro del anciano se ensanchó en una sonrisa-Veo que me recuerdas, joven Thorfinn. Me doy cuenta de que la gratitud entre tu gente es igual que entre la mía. A través de los años.
-¡Pero Alasdair, amigo mío, no sabía nada de tu suerte!¿Porqué te quedas aquí, en un cementerio en ruinas?
Los ojos del anciano se hicieron graves.-Para ayudar a los que están al otro lado Thorfinn. Mi pueblo cree en la permanencia del espíritu inquieto, ya lo sabes. Yo les ayudo a encontrar la…

…Paz. Glen sólo quería eso. Descanso para su cuerpo y su mente, y para todos sus compañeros. Pero se veía sola. El triángulo peligraba. El juramento temblaba. Estaba desamparada. Aun así, pretendía llevar encima la carga. Ella sola, sin ayuda. Así era su carácter. Y seguía sin saber…

Nada de sus amigos. No sé cómo están mis compañeros. Pero tú, viejo amigo, quizás podrías permitirme saber cómo está Myálgarah.
El anciano se mesó la espesa y canosa barba con ademán pensativo-No sé nada de ella, Thorfinn. La he intentado buscar, pero no sé nada. No me habla. Ni siquiera sé si está ahí, como tantos otros. Escapan a mi percepción. Quizás deberías…

…comprobarlo por ti mismo? Desde luego-Johannes cogió una carta y se la mostró a Daghas.-Mira. Aquí relata una por una tus intenciones. Y ahí está tu marca.
Mientras sonreía malévolamente, Daghas se quedó de piedra. ¿Carta? Nunca había escrito nada igual.
-Además, sabemos que, gracias a ti, una persona que…no nos es grata, conoce cosas. Por ejemplo, tu hermano Thorfinn, mi esposa, o…
El corazón de Daghas se quedó…

…frío como el huelo, al conocer de boca de sus hombres, fieles a ella…

…toda la verdad. La cruda y cruel verdad que reposaba en su maza de plata.

jueves, 19 de febrero de 2009

Pequeña continuación.

Thorfinn sintió unos olores característicos. Notó como unas manos apenas rozaba su cara, y como un pqueños huesecillos chocaban contra su frente, mientras un canto gutural, hipnótico, inundaba cada una de las regiones de su alma.
Intentó moverse, pero fue en vano. Su cuerpo no respondía, Se sentía muy muy pesado, e igual de indefenso que un niño al nacer.
No sabia que pasaba.

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-¡Traicion!- gritó un mercader mientras sujetaba a Daghas por su capa.
-Excelente, mi querido amigo Daghas...te esperábamos. Queríamos hacerte partícipe de una maravillosa idea que nos hará felices tanto a Mystarik como a mí- los ojos del conde brillaban de rencor y maldad.
-Siéntate, y prepárate a ver una caída importante-

La risa del conde se perdió entre los tapices de la sala, mientras Daghas, aturdido y sangrante, veía como se aproximaban 3 hombres sujetando algo entre las manos...

De momento eso! Pronto, mas!